sábado, 27 de agosto de 2022

ESTAFAS CON PREDIOS, SUPLANTACION DE IDENTIDAD, PARA VENDER CASA AJENA...

 

El cartel de escrituradores: las estafas de compra y venta de predios

Con su caso, el periodista Óscar Ritoré abrió el espacio “Que no le pase a usted”. Más de 3 mil personas han denunciado y acusan al super notariado por no ejercer los debidos controles

Por: enero 12, 2015
El cartel de escrituradores: las estafas de compra y venta de predios

Hace algunos meses el ciudadano Oscar Ritoré recurrió a los clasificados del reconocido periódico El Tiempo para invertir sus ahorros en la compra de un predio. Allí encontró una oferta inmobiliaria, casualmente cerca al entorno de su casa. Se trataba de un lote en ruinas de 47 metros cuadrados, ofertado por el valor de 20 millones de pesos. El inmueble al estar ubicado en el centro de Bogotá, era un negocio bueno a largo plazo. Dejar “engordar el lote”, como se le dice coloquialmente, era el plan de Ritoré, teniendo en cuanta que en el POT de la ciudad existe el Plan Centro, donde se construirá una alameda que comunicará a  la Plaza de Toros de la Santamaria con el Museo Nacional. Como todos los planes de la ciudad estos duran años en finalizar y al “enterrar” sus ahorros ahí y no en un banco, podrían darle al final una buena ganancia.

Todo parecía un negocio normal: un intermediario o comisionista que le ayudaba a una viejita a vender su lote, un estudio de títulos, la visita a los vecinos que confirmaron la existencia de ‘Doña Uba’, su interés de vender y el cierre del negocio en la Notaria 14 de Bogotá. Pero todo se convirtió en una pesadilla.

Un mes después aparecieron de la nada una tierna ancianita y sus nietos, preguntando y reclamando el por qué el señor Ritoré había mandado a limpiar el predio y a encerrarlo bajo llave para que no siguiera convertido en el baño de una decena de indigentes. Ritoré fue llamado por los vecinos y se enteró de lo inimaginable: “Mi abuela no ha vendido el lote, el predio es de nosotros”, aseguró uno de los enfurecidos muchachos.

En efecto, al encontrarse con dichas personas, Ritoré no reconoció a la mujer de la tercera edad y admitió de inmediato que el negocio no lo había hecho con ella. Sin embargo, para demostrar que había comprado el lote les mostró toda la documentación de la oficina, entre otros, el certificado de la Oficina de Instrumentos Públicos de Bogotá y los certificados de la Notaría 14 de Chapinero. Les contó que el predio apareció ofertado en el periódico El Tiempo: que se entrevistó con un hombre que se hacía llamar Camilo Torres; que éste lo comunicó con una señora de la tercera edad que, cédula en mano, se presentó como Wenceslaa Calderón de Marroquín; que le presentaron un documento de sucesión que hacía constar que ella era dueña del predio; a renglón seguido se hicieron los estudios de títulos en la Notaría 14 (entre ellos el certificado de instrumentos públicos), donde el notario aseguró que todo estaba en regla; y finalmente firmado el negocio le procedió a pagar el dinero pactado con un cheque de gerencia que el tal Camilo Torres reclamó por ventanilla.

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Ritoré había sido estafado. Los nietos de la señora no mediaron ni un segundo para que el nudo hubiera podido desenredarse más fácil. De modo que los herederos de la señora Calderón de Marroquín se apresuraron a denunciar a Oscar Ritoré ante la Fiscalía por estafa. Es decir, la víctima pasaba ahora a ser victimario.

Un mes después, con una velocidad que asustaba, la Fiscalía llamó a audiencia de imputación de cargos a Ritoré. Su abogada Constanza Ramírez logró demostrar que el ciudadano había sido estafado y había actuado en buena fe. La juez procedió a sacar el predio del comercio (congelarlo), pero conservó a Oscar Ritoré como el propietario del mismo. A continuación el calvario inició para las dos partes. La justicia colombiana no ha encontrado una fórmula efectiva y breve para desenredar este tipo de entuertos.

Así las cosas el caso acaba de entrar en un túnel tan largo que puede pasar una década para llegar a su salida: lastimosamente, como el propio Ritoré lo admite, la justicia colombiana obliga a que la señora Wenceslaa Calderón de Marroquín demuestre que no vendió el predio; segundo la Fiscalía y su paso de tortuga debe dar con el paradero de la banda que suplantó a Wenceslaa; y mientras tanto, Ritoré no puede intervenir, habitar, construir y mucho menos vender el predio.

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